Tramas.
➸ trama nº1; when our fears do not, our actions do make us traitors.
Era una de las noches más tranquilas conocidas en la isla. Los clanes llevaban ya aproximadamente dos semanas alertados por la nota que los betas habían recibido, aunque los alfas alegaban estar ahí por motivos muy distintos. Durante días, las diez manadas habían buscado peligros alrededor de la isla y en el corazón de ésta, pero nada había ocurrido. Ningún signo de violencia contra ningún líder. Comenzaban a pensar que todo quedaría ahí cuando de pronto recibieron en cada casa una carta que leía:
"Diez negritos se fueron a cenar; uno se asfixió y quedaron nueve..."
Asustados por la aparente gravedad del texto, todos los alfas quedaron con sus betas en un bar de la isla. Pagaron por que el dueño les dejara una sala apartada y así poder discutir el significado de la nota con tranquilidad.
En mitad de la acalorada discusión que todos mantenían, las luces comenzaron a fallar, y entre la confusión de algunos gritos y la oscuridad, unas criaturas de sombra comenzaron a materializarse en la sala; eran demasiado etéreos para ser físicos, pero demasiado físicos para ser espectros. Eran criaturas de la oscuridad, que se abalanzaron hacia el grupo que conformaban los presentes de los clanes, y pese a la vaporosidad de sus figuras, los demonios babilónicos clavaron sus garras en aquellos sobre los que se abalanzaban. Por ello, las manadas comenzaron a defenderse como pudieron.
Todos los presentes recibieron arañazos de aquellas garras etéreas que se clavaban en la piel como si no hubiera otra forma de lucha, aunque Michelle, Graham, Harper, Venus, Preffyhne, Maddison, Aprhodite y Shide fueron heridos de gravedad. Tuvieron que dejar de luchar, pues sus heridas comenzaron a impedírselo. Entre todo el revuelo causado por las criaturas, que ahora quedaban menos, alguien notó la falta de un alfa. Daryah, la líder de las sirenas y tritones, había desaparecido. Pero la lucha de todos contra los demonios continuaba.
Las sirenas comenzaron a echar en falta a su alfa, y minutos después, las banshee comenzaron a gritar. Los llantos de éstas inundaron los oídos de todos los seres, dañando en especial a aquellos que tenían este sentido agudizado por su condición. Vampiros, licántropos y skinwalkers comenzaron a sangrar por los oídos, algunos incluso a marearse.
En el momento menos esperado, pues todo era caos, cristales rotos y gritos, la luz de la sala volvió. Los demonios que oscurecían toda luminosidad posible se habían esfumado por completo, aunque su ausencia se vio reemplazada por un cuerpo inerte. Sobre la gran mesa donde anteriormente se habían sentado alrededor los diez clanes, apareció el cuerpo sin vida de la alfa de las sirenas. Algunos, en especial los alfa, se dieron cuenta de algo. En el cuerpo de la difunta había restos de una planta especial utilizada por brujas para realizar ciertas pociones. Además, a Daryah le habían extraído el corazón de forma bruta, algo apreciable a simple vista, pues este órgano vital le faltaba.
En Devon Island se desató un gran caos. Entre las manadas comenzaron a culparse; los había que pensaban que eran las brujas las responsables de la defunción de la sirena superior, otros, reprochaban a las banshees el daño que habían causado con sus malditos gritos. Había seres que opinaban que el ataque era exterior y no tenía nada que ver con los clanes, o que habían sido los cazadores, pero todos coincidían en algo; tenían que enterrar a Daryah en primer lugar, y en segundo, intentar salir de allí. Lo último se darán cuenta de que es imposible, pues una especie de cúpula ha sido puesta sobre la isla. A partir de unos metros de agua marina, una barrera invisible impide el paso de cualquier persona.
El juego ha comenzado.
Era una de las noches más tranquilas conocidas en la isla. Los clanes llevaban ya aproximadamente dos semanas alertados por la nota que los betas habían recibido, aunque los alfas alegaban estar ahí por motivos muy distintos. Durante días, las diez manadas habían buscado peligros alrededor de la isla y en el corazón de ésta, pero nada había ocurrido. Ningún signo de violencia contra ningún líder. Comenzaban a pensar que todo quedaría ahí cuando de pronto recibieron en cada casa una carta que leía:
"Diez negritos se fueron a cenar; uno se asfixió y quedaron nueve..."
Asustados por la aparente gravedad del texto, todos los alfas quedaron con sus betas en un bar de la isla. Pagaron por que el dueño les dejara una sala apartada y así poder discutir el significado de la nota con tranquilidad.
En mitad de la acalorada discusión que todos mantenían, las luces comenzaron a fallar, y entre la confusión de algunos gritos y la oscuridad, unas criaturas de sombra comenzaron a materializarse en la sala; eran demasiado etéreos para ser físicos, pero demasiado físicos para ser espectros. Eran criaturas de la oscuridad, que se abalanzaron hacia el grupo que conformaban los presentes de los clanes, y pese a la vaporosidad de sus figuras, los demonios babilónicos clavaron sus garras en aquellos sobre los que se abalanzaban. Por ello, las manadas comenzaron a defenderse como pudieron.
Todos los presentes recibieron arañazos de aquellas garras etéreas que se clavaban en la piel como si no hubiera otra forma de lucha, aunque Michelle, Graham, Harper, Venus, Preffyhne, Maddison, Aprhodite y Shide fueron heridos de gravedad. Tuvieron que dejar de luchar, pues sus heridas comenzaron a impedírselo. Entre todo el revuelo causado por las criaturas, que ahora quedaban menos, alguien notó la falta de un alfa. Daryah, la líder de las sirenas y tritones, había desaparecido. Pero la lucha de todos contra los demonios continuaba.
Las sirenas comenzaron a echar en falta a su alfa, y minutos después, las banshee comenzaron a gritar. Los llantos de éstas inundaron los oídos de todos los seres, dañando en especial a aquellos que tenían este sentido agudizado por su condición. Vampiros, licántropos y skinwalkers comenzaron a sangrar por los oídos, algunos incluso a marearse.
En el momento menos esperado, pues todo era caos, cristales rotos y gritos, la luz de la sala volvió. Los demonios que oscurecían toda luminosidad posible se habían esfumado por completo, aunque su ausencia se vio reemplazada por un cuerpo inerte. Sobre la gran mesa donde anteriormente se habían sentado alrededor los diez clanes, apareció el cuerpo sin vida de la alfa de las sirenas. Algunos, en especial los alfa, se dieron cuenta de algo. En el cuerpo de la difunta había restos de una planta especial utilizada por brujas para realizar ciertas pociones. Además, a Daryah le habían extraído el corazón de forma bruta, algo apreciable a simple vista, pues este órgano vital le faltaba.
En Devon Island se desató un gran caos. Entre las manadas comenzaron a culparse; los había que pensaban que eran las brujas las responsables de la defunción de la sirena superior, otros, reprochaban a las banshees el daño que habían causado con sus malditos gritos. Había seres que opinaban que el ataque era exterior y no tenía nada que ver con los clanes, o que habían sido los cazadores, pero todos coincidían en algo; tenían que enterrar a Daryah en primer lugar, y en segundo, intentar salir de allí. Lo último se darán cuenta de que es imposible, pues una especie de cúpula ha sido puesta sobre la isla. A partir de unos metros de agua marina, una barrera invisible impide el paso de cualquier persona.
El juego ha comenzado.